sábado, 23 de junio de 2007

"La llamada" de Érica Solange Hender

Estaba en una fiesta en una casa con un par de amigos divirtiéndome, cuando recibo un llamado telefónico. Como me era difícil, salí fuera del lugar para hablar y escuchar mejor. Llegué hasta la orilla del río donde no había muchas casitas, sino que parecía que era la única casa del lugar: había muchos árboles, lo que te hacía imaginar cualquier cosa.
Sin darme cuenta me fui alejando del lugar donde estaba, y me metí donde estaban todos los árboles y cuando me quiero acordar ya estaba re lejos de la fiesta. Quiero volver y no sabía cómo. Empecé a desesperarme. Cuanto más buscaba la casa, más me alejaba del lugar, encima era de noche, hacía frío, no sabía qué hacer.
Hasta que vi una casa re grande, parecía un castillo. Me parecía medio raro que por esta zona haya como un castillo. Bue, digo, entro, ya fue. Fue un impulso. Entré y me encontré con muchas personas, bien vestidas, eran muy elegantes, como si fuera que estaban todos en una fiesta, era muy lujoso el lugar. Empecé a recorrer el lugar. Las personas eran amables pero tenían algo raro. Te trataban como si fueras de la fiesta, que eras un invitado más. Subí un par de escaleras donde ya no había tantas personas. Miraba, observaba las paredes, veía unos cuadros, eran extraños, como que nunca había visto unos cuadros así. Parecía que te miraban todo el tiempo, hasta llegué a pensar que eran fantasmas, pero seguí caminando, caminando. De repente no escuché más nada, bajé las escaleras, volví al lugar de la fiesta donde estaban esas personas extrañas, los cuadros no estaban, no había más nadie. Cuando miro hacia las escaleras bajaba un hombre muy elegante, que me dejó tildada, se me acerca, me pregunta “¿estás perdida?”, sí le digo. Salimos fuera del lugar. Por las cosas que me decía, que me preguntaba, me quería ayudar. Pero yo estaba muy confundida no entendía nada. Entramos de vuelta al castillo, estaban las mismas personas, yo digo: no había nadie cuando salimos, de donde salen estas personas y de repente desaparecen de nuevo.
El hombre me guiaba, me explicaba cómo podía volver al lugar de la otra fiesta donde estaban mis amigos, pero me mandaba a cualquier otro lugar, me explicó como podía llegar, se metió dentro del castillo, lo seguí y cuando entro ya no había más nadie, era un lugar abandonado ya no era ese lujoso castillo que había.
Esas personas extrañas, el hombre elegante, los cuadros eran personas cosas del pasado, o sea fantasmas… yo seguía perdida buscando a mis amigas. Pero nunca volvía ver ese castillo elegante.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

quisiera dejar mi opinión:
En vez de usar el "re", quedaría mejor utilizar el "muy". Cuestión de gramática...

Coordinador dijo...

Interesante comentario.
Una cuestión: no hay nada que no se pueda decir sobre literatura. Sin embargo, las indicaciones gramaticales no siempre son pertinentes, porque supongamos que ese "re" es parte de la capacidad/habilidad discursiva del narrador que al mismo tiempo es personaje. ¿Hay error gramatical si decido usar un narrador y/o un personaje con esas características, es decir, con ese tipo de uso lingüístico?
Saludos.